Otra vez escucho el chirrear de la puerta, otra presencia en el espacio, entra caminando lento pero seguro, siento que me mira fijamente, y de repente me pierdo en esa mirada transparente y clara.
Sólo da unos pasos, y esto es suficiente para penetrar en el lugar, se convierte en el centro de todo, las miradas se concentran en él, pero intentando disimularlo, las actividades siguen en su cotidianidad. Parece que el tiempo se congelara por un instante y el mundo dejara de girar, mientras lo contemplo en silencio. Con paso firme, cuerpo erguido y la frente en alto se acerca rápidamente, mis ojos y los suyos se encuentran en un mágico momento, y como siempre, guardo en mis recuerdos más profundos esa imagen verde azulada, enmarcada por un óvalo pequeño, casi rasgada, y con un tinte de picardía.
Con cada movimiento suyo, es capaz de crear las fantasías y sueños jamás imaginados por mí. En ocasiones creo que no es real, que no hace parte de este mundo, mientras me sumerjo en estos pensamientos, soy devuelta a la realidad por esa voz ronca, fuerte, inequívoca, consciente, varonil, que me habla para recordarme su presencia, sin siquiera saber, que mi atención esta puesta en él desde el instante en que llegó.
Mi mirada se centra fijamente en recorrer su cuerpo, su imagen, su esencia, voy dibujando con mis ojos, cada rincón delimitado por su piel, su cabello claro, largo, que danza con el viento, sus labios rojos, delgados, finos, que se mueven apaciblemente con el crear de la palabra.
Sus pensamientos siempre claros, seguros, vigilantes, con un contenido de aporte, eran expresados a mi para dejarme ver su esencia, conocer lo que su imaginación creaba en cada momento, sus miedos, angustias, temores, anhelos, sueños y conocimientos eran puestos en común, asi transcurrían largas horas, mientras compartíamos un infinito mundo de palabras y sonrisas.
Como olvidar sus brazos largos, fuertes, sus manos suaves, tibias, que me hacían sentir segura y protegida, aunque se encontraran muy lejos de abracar mi cuerpo. El tono de su piel, que deja ver ese encuentro tan intimo que ha tenido con el sol, como ha sido tocado por este muchas veces y por largos instantes.
En silencio, y con un toque de misterio, sale nuevamente de este lugar frio, blanco, escaso, acompañado de muchas miradas que dibujan su caminar, sale para permitir que nuestras mentes sigan creando fantasías en torno a su presencia.
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