Estas historias de soledad, de tristezas, no van acorde con mi personalidad, pero quiero y siento la necesidad de sacar este martirio, este peso, que por años me han atormentado. Hoy me siento afligido por recordar lo que viví.
En este pequeño texto quiero contarles una historia de mi vida.
Cuando a nuestros oídos llega la palabra niño, pensamos en; amor, ternura y paz, no siempre es así, esa es mi realidad.
Los niños, la niñez, dicen que es la mejor época que el ser humano puede vivir, para mi concepto, sí y no. Sí, porque es una tiempo que no vuelve jamás. No, porque aunque no vuelva quedan recuerdos inolvidables en nuestros corazones.
Me acuerdo que mi Padre (ese hermoso hombre que adoro con todo mi ser), pasaba por los momentos más duros que le puede pasar a un hombre, mi Mamá (que la amo por ser mi madre), ella nos había dejado a mi padre, a mis hermanos y a mí. Shshsh. A él le tocaba ir a trabajar, para venir a prepararnos el alimento. Luego de almorzar se marchaba de nuevo, por las tardes cuando llegaba del trabajo se dedicaba a la venta de chances (apuestas de suerte), por esta razón no le daba tiempo de hacernos la cena, pasábamos la noche con una taza de agua de panela.
Igualmente, mi madre nunca nos abandonó económicamente, ella siempre nos llamaba, pero yo nunca conteste el teléfono.
Por otro lado, mis hermanos y yo siempre estábamos unidos, el mayor tenía nueve años, yo siete y el menor cinco, el chejo como solíamos llamarlo. Nos dedicábamos a caminar todo el pueblo durante todo el día, porque nuestro hogar se sentía tan solo que nos aburríamos.
Primer acontecimiento. Esa tarde recuerdo ver muchas nubes grises y mis dos hermanos y yo nos fuimos a vagar, cuando el agua nos sorprendió, nosotros felices bañándonos por las cunetas de las calles que tenían torrentes de agua que caían de cielo como flechas, llovió fuertemente por un periodo de cuatro horas. El chejo se sentía un poco congelado, emparamado, su barba temblaba rápidamente y su cuerpo perdía la capacidad de moverse. Mientras nosotros jugábamos sin darnos cuenta de lo que ocurría. Una señora que no recuerdo con claridad, fue la que auxilio a mi hermano que estaba en ese estado, lo cogió, lo baño con agua tibia, la señora nos dijo que nos marcháramos, que cuando escampara lo fuéramos a buscar, partimos rápidamente a casa.
Luego de haber cesado la lluvia fuimos a buscar al chejo, cuando íbamos, ya él venía bien vestido con ropa nueva. Nosotros no solíamos tener vestido en buen estado por falta de atención de nuestros padres. Por ende fue tan grande la impresión de verlo así que nos causó envidia.
Después de un tiempo, nuestra madre había regresado, pero no a vivir otra vez con nosotros, vino a visitarnos y de paso nos trajo vestuario. Cuando supe la noticia que había llegado sentí un apretón en el corazón, no quería verla y me escondí debajo de la cama, mi rostro lleno de lágrimas acompañado de tierra me destrozaba el alma, me llevaron a la fuerza donde ella y cuando la vi la abrasé y mis ojos no paraban de sollozar.
Posteriormente, mi madre se fue, que de aun más con rabia y sentimiento por haber venido y no quedarse conmigo. El tiempo pasó y nosotros seguimos adelante cada día que pasaba con ayuda de nuestro padre.
Segundo acontecimiento. Después de nuestras andanzas y soledad paso un año y nuestra madre regreso en busca de de nuestro hermano menor, “el chejo”, el momento más duro de mi vida, de mi niñez es cuando salíamos a despedirla y así mismo nuestro hermano. Mi padre me cargo porque yo no quería ir, cuando llego el instante de decir adiós, salí corriendo sin que ellos lo notaran y cuando mi madre pregunto por mí, no me encontró y se puso a llorar, de igual forma me encontraba yo, con nudo en la garganta que me estaba ahorcando. Al transcurrir unos segundo alcance a ver cuando se estaba embarcando en el autobús, porque me encontraba atrás de una silla de cemento que tenía un agujero grande, cuando el carro partió salí corriendo atrás, mamá, mami, mamita…no me dejes. Mi papá me alcanzó, me cargó me consintió, me besó y hasta lloró.
Ahora estaba más solo, ya éramos tres mi padre, mi hermano mayor y yo.
Cada persona guarda algo en su corazón, esto nos convierte en personas fuertes con deseos de superación.
Gracias Dios por darme la fuerza de escribir esto pedazo de mi vida.
Yasmani Cuadrado Mercado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Apórtele con su comentario a la formación profesional del autor en tono colaborativo, no de crítica moralista, censuradora o que descalifique su trabajo creativo.