De repente me encontraba en el piso de una casa en construcción.

(Me duele mucho, con cuidado), esas fueron mis primeras palabras después del accidente, un accidente que no fue tan grave, pero las restricciones se hicieron notar.
Mi cuerpo estaba adolorido, la parte del abdomen la más afectada. Sangre muy poca secuelas; se desaparecieron con el tiempo. Nunca antes me había golpeado tan fuerte, y había sufrido tanto por culpa de mi ignorancia y el apoyo de mis compañeros. Cuales compañeros, (ellos eran patrocinadores de lo peligroso). Todo parecía un juego, comprometía mi integridad física. Hasta el extremo que la muerte podía alcanzar su objetivo; cual objetivo si yo solo quería llegar al otro lado de esa construcción, que por cierto, la deficiencia de la mano de obra se podía notar; posiblemente eso haya ocasionado mi accidente o quizás mi mal equilibrio. Pero en esos tiempos de niñez, la vida no era la prioridad, sino el jugar, (sí) el jugar, por esta razón jugaba, saltaba y hasta lloraba cuando no iba al colegio, pues esa era la “puerta” a la diversión. Una diversión que después de mi suceso se convertiría en una pesadilla, y digo pesadilla porque me prohibieron salir a la calle durante un par de semanas, y me restringieron la interacción con mis “compañeros” algo que jamás había sucedido.
Pues mi madre ha tenido siempre la teoría que a este mundo no se viene a sufrir se no a disfrutar, por esta razón el yo estar postrado en la cama significaba para ella mi diversión, ya que consideraba la influencia de mis compañeros como un peligro, ¡ no se alarmen! El peligro al que me refiero no tiene nada que ver con armas cortopulzantes ni mucho menos, sino de caídas en bicicletas, debido a que me gustaba mucho apostar carreras; esa misma suerte corría con el fútbol,pues jugaba a pie descalzo lo que no me dejaba exento de que alguna uña se me quedara incrustada el asfalto.
Cada vez que recuerdo esto, me pongo analizar, que si el accidente hubiera acontecido en estos tiempos, no hubiese sufriría tanto por culpa de la soledad, pues es estos momentos el tiempo pasa en un abrir y serrar de ojos, lo que implicaría una recuperación más rápida y quizás las restricciones no las hubiese afectado tanto.
"Mami mañana voy a ir al colegio" esto lo repetía todos los días, porque me sentía solo, es decir, sin mis compañeros, pero la respuesta de mi madre no me daba luz verde, pues según ella no me había recuperara por completo, pero yo me sentía bien; con ganas de jugar y seguir disfrutar mi niñez.

Escrito por: Éder Narváez.
Cumunicación Social - Periodismo, Seccional Bajo Cauca.