Parado frente a las rejas que separan mis vías de su hogar, espero con ansias su aparición. En el firmamento las casas existentes tienen todas y cada una de sus bombillas encendidas y el mayor de los deseos nocturnos deja entrever su cuarto menguante con gran recelo.
Mis amigos quienes con sus compañeras me acompañan, se desaparecieron en aquel momento, el ruido era mudo y solo algunos bichos nocturnos emitían su cantar sórdido.
¡Me encanta tu camisa!, escuché decirle mientras cerraba las rejas, y con una sonrisa en su rostro se acercó a mí y en un parpadeo mis brazos se posaron sobre su cintura, cintura como la de una barbie en tamaño humano, su frente se encontraba a la altura de mi barbilla y mientras bajaba mis ojos para encontrar los de ella sentí sus frías manos de pianista posarse lentamente en mis hombros y sus ardientes labios quemar los míos.
Es de los recuerdos bellos que guardo en mi de ella y aun no logro olvidar sus ojos, esos que brillan cuando está alegre, esos que eran espejo de los míos, esos cuyo color mar, me fundían en lo más profundo de su ser con una sola mirada.
Que decir de sus labios, que la voz que crea, es como el sol entrando ligeramente por la rendija de la ventana en una oscura habitación; que son sabor fuego y miel, son ardientes y fundidores y en ellos se hayan palabras de verdad, que se hace fácil identificar cuando está mintiendo por que su voz se muestra quebrada. Su tez es como del color de un cremoso helado de vainilla y en algunas partes de este posee unas cuantas chispas de chocolate que le proporcionan a su cuerpo sutilidad y armonía.
Su cabeza, está llena de nociones, opiniones y criterios que le permiten obtener la atención de los demás y el aprecio de ellos; no obstante, su mente posee sueños, metas y ganas de ayudar y de triunfar; no se rinde fácilmente y cuando debe hacer algo, en el resultado se nota la dedicación y empeño. Es difícil entrar en su morada, pues la puerta está bien cerrada y las llaves hay que saberlas encontrar con paciencia, así, se puede llegar a ser parte de ella, a ser uno.
Y siendo uno, culmino la magnífica noche, aquella donde llegó el crepúsculo de aquel sentimiento, de aquella pasión que por juegos de la vida se vio obligada a terminarse, pero para nunca jamás regresar.
lunes, 7 de septiembre de 2009
DIOSA HECHA MUJER
Foto por: Chema Madoz
John F Ruiz Moreno
Oriente
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