Aunque siento más emoción y entusiasmo cuando escucho los sonidos de las canciones de Felipe Peláez, éstas me enloquecen (me recuerdan a mi novio y de las cosas que hago con él), cambia mi estado de ánimo y a veces me hacen llorar y reír.
Cuando tengo que realizar textos como estos, pongo a sonar mis canciones en mi celular ya que me inspiro, me concentro y me relajo subiendo los pies en la silla, es decir, me acomodo para hacer el escrito.
También cuando me atormentan los trabajos de la universidad, acudo a sus canciones que me hacen olvidar por un momento de todo lo que me preocupa y me ceden a la vez voluntad para continuar con mis obligaciones.
A diferencia de lo anterior, escucho estos sonidos porque el ritmo de ellos me lleva a sentir tranquilidad, y algo chistoso, me hacen soñar con cosas bonitas y maravillosas (estar con mi mamá, en mi cama abrazando a mis peluches...)
Cuando me encuentro en una fiesta percibiendo una de sus canciones, por ejemplo “borracha” me da por gritar, brincar y subirme a las mesas de las discotecas, ésta canción tiene un ritmo rumbero que me hace pecar bebiéndome un traguito de ron, sabiéndome que no lo puedo tomar por cuestiones de salud. No sé, y quizás me quede corta en expresar lo que me hace sentir esta música pero es algo tan inexplicable y difícil de expresar a través de palabras.
A veces mis amigos me dicen que pareciera que me “cachonearan” puesto que las canciones de Felipe se refieren a experiencias de amor, yo sé que es cierto pero aún no he podido comprender cómo hacen de mí tantas acciones que a veces son incoherentes con mi personalidad.
Susana Márquez Bracamonte.
U de A Seccional Bajo Cauca.
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