Ellas me entendieron, pero me advirtieron que tuviera cuidado, o que en el futuro llamara a avisarles que demoraba. Luego apareció el maestro, con la típica excusa de sus colegas, que se le había presentado un inconveniente de última hora, mayormente coinciden en que familiar; pero acá charlando arrojamos nuestro juicio, inquiriendo que con esa cara que tenía y el olvidar mencionarnos la exposición, se debían más bien a unos tragos de la noche anterior, una trasnochada y finalmente reflejarlo este día en forma de guayabo ¡qué cuasi irresponsabilidad de su parte! Pasó media hora entre el llamado a lista y algunas preguntas para una previa (examen) que haría el próximo día, hasta que una alumna le recordó las abominables y “karmantes” exposiciones.
Ese día fue terrible, a la mayoría no nos fue bien, ¡que decepción! Además de aguantar tremendo sermón por nuestras “pecuecas exposiciones” decía el muy cínico borrachín, nos soltó 40 minutos más tarde de la hora indicada, a las 12:40pm.
Así regresé a mi casa dentro de una hora que gasté en transportarme, para mi desgracia tenía una cita con el odontólogo a las 2:20pm ¡my god! Tocaba comer, no bañarme y sólo cepillarme, que era lo importante, para que después no espantar con mi aliento de sopa de pescado al doctor, y sin más, irme.
Para rematar la comida no estaba lista, ¿irme sin comer, después de una mañana tan ajetreada? ¡No! Como resultado, en Saludcoop me atrasaron dos citas delante de la mía, por mi inminente hora de aparecer, allá donde las horas están muy bien estipuladas y cronometradas.
Con la desilusión del tiempo que tardé allá, más del esperado, me dirigí a casa, sabiendo que debía devolverme al centro pero esta vez a una cita con mi novio. Con ese bajón de ánimo que tenía con nada me sentía conforme. Cuando fui a cambiarme de ropa para lucir esbelta nada me quedaba bien, me veía gorda, demacrada, horrible definitivamente, eso implicó que probara seis mudas de ropa, a ver cuál me favorecía, y me maquillara mejor que nunca. Aunque el resultado fue grato, quede espléndida, pero mi pareja tuvo que esperar más tiempo de lo acordado, me dijo que aprovechó ir a un almacén a comprar un postre y visitar rápidamente a un amigo, porque si esto no hubiese sucedido podría asegurar que ya no seriamos novios, pues por el extremado rato solo y aburrido que hubiese pasado esperando a su amada.
El día y la noche terminaron como me lo merecía, genial, mi amor me regaló el vestido que tanto deseaba, al rato como es lógico -para mí- fuimos a rumbear, con el cansancio que eso me provocó me dio mucha hambre, entonces decidimos ir a comer, sabiendo ya que iba pasadita del permiso para llegar a casa.
Quedamos repletos, tanto que se nos pasó la “prendida”, lo único malo fue el pequeño regaño que mi madre me proporcionó, casi que me da una bofetada, creo que no lo hizo por no hacerme pasar el oso delante de mi novio. Pero yo solo dije en mi mente, “después del gusto el disgusto”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Apórtele con su comentario a la formación profesional del autor en tono colaborativo, no de crítica moralista, censuradora o que descalifique su trabajo creativo.