Allí adentro en ese ambiente oscuro y frio había gente, una gente algo vulgar, se comportaban como si estuviesen en una plaza de mercado o peor aún en una discoteca o un parque de diversiones, ausencia de privacidad, eso que tanto deseaba para navegar con tranquilidad, un teclado bastante difícil de manipular, pues sus teclas parecían bloques de cemento, mosue variante, a raticos hiperactivo y a raticos en la mayor pasividad.
Lo más impactante fue haber estado en presencia del parlache en su máxima expresión pero más impactante todavía el darme cuenta que fue por parte de dos mujeres. Pobres ojos míos, pobres oídos, un ataque a mis sentidos.
Fue de esta manera como pude darme cuenta de la desigualdad que existe en este mundo que hoy vivimos, un mundo marcado por la desigualdad, un lugar donde no se respira tranquilidad, donde se está sometido a ser humillado y marginado por los que son más que en realidad no lo son tanto. Aquellas personas que creen tenerlo todo y que no se dan cuentas que están llenas de nada.
Aquí nadie puede escupir para arriba porque en la cara le cae y es por esto que no son solo los pobres, los ricos también lloran.
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