Involucrada en el prestigio

Estoy rodeada de personas de clase alta, me siento un poco incomoda, pero como es mi trabajo, tengo que estar todo el tiempo con ellos. Es una familia que la integran cuatro personas, yo soy la empleada y niñera. Llegan las vacaciones de mitad de año y la familia decide viajar hacia Caucasia a pasar esta temporada.
Salimos de Medellín aproximadamente a las 11 am, por este motivo deciden hacer una parada en el camino para almorzar, llegamos al lugar escogido y estaba repleto de personas. Al estacionarse el auto sale a recibirnos un joven vestido de uniforme, y delantal blanco. Nos extiende una cordial bienvenida y nos señala al tiempo que nos acompaña a la mesa disponible, instalados allí nos entrega a cada uno de los integrantes del grupo la carta (menú), nos pregunta –qué desean tomar- cada uno hace el pedido, mientras el joven anota en la libreta el pedido. Se retira y nosotros miramos la carta por todos lados mientras pensamos en que plato elegir en tanta variedad.
Al cabo de un rato el joven regresa con las bebidas y un charol en el que trae los cubiertos y un plato en el que hay arepas, queso y margarina.
Toma nota de nuestro pedido que en resumen es:
Chorizo, menú del día, bandeja con pollo, bandeja con res y carne a la plancha con ensalada y papas a la francesa, además de su respectiva sopas que cada uno eligió. El joven se retira de la mesa y ordena el pedido, mientras en la mesa la familia conversa de negocios, planes y otras cosas. Yo me retiro de la mesa con la niña y detallo el lugar, caminamos por todas partes. Cuando realizábamos el recorrido llegamos a un patio donde hay una pequeña granja con animales nos acercamos y acariciamos a los animales y les dimos de comer, luego volvimos a la mesa; el sitio es amplio con buena ventilación, la música es suave y agradable.
En el también hay otros negocios de makatos y hay un pequeño parque para que los niños se distraigan mientras traen el pedido… además el sitio cuenta con baños que están perfectamente impecables y con los accesorios necesarios para su utilización.
Aproximadamente a los quince o veinte minutos regresa el joven con los platos, los pone en la mesa y se retira deseándonos buen provecho.
Cuando terminamos de almorzar mi patrón señala al mesero y pide la cuenta, el joven va a la caja pide la factura del pedido, la trae en un charol pequeño mientras recoge la mesa, el señor paga una suma de 50 mil pesos incluyendo el cobro por atención (propina), que cobran estos establecimientos.
El mesero se va cancela en caja y trae el vuelto mientras, nosotros acudimos al baño a realizar algunas necesidades como corregir maquillaje, lavar las manos, cepillar los dientes, etc.
Luego de realizar estas necesidades salimos del restaurante el mesero que se encuentra en la puerta nos despide y nos desea un feliz viaje.