“Ring ring”, suena un teléfono, “ring ring”, sigue sonando; mis ojos comienzan a abrirse, buscando sin querer a la persona que no contesta el celular, -“Alo”-me doy cuenta que la persona del teléfono era la señora qué se sentó a mi lado hace un momento-“Yo estoy fuera, me fui, estoy cansada, ya no puedo más”.-No necesité de mi curiosidad, ni de aquel impulso chismoso, para empezar a escuchar la conversación, pues inconscientemente puse todo mi empeño en la escucha, no importando el ruido del bus, su música, la voz de la gente que se escuchaba lejanamente y sobre todo el que no pudiera escuchar la contraparte-“El niño, el niño lo dejé con tu madre…Me fui lejos, estoy por aquí en un bus, no me llame ni me busque, cuando yo quiera hablar te lo digo, chao”- colgó bruscamente el celular.
Imaginé que estaba hablando con el novio o tal vez con el esposo, e indudablemente tenía un hijo, la señora estaba desesperada, llevaba un pequeño bolso y sus cabellos desarreglados, además de sus ojos llorosos. Trataba de no mirarla mucho para que no se diera cuenta de que la estaba detallando y prestando atención a su triste conversación. “Ring ring”, el teléfono comenzó a sonar nuevamente y no lo quería contestar, continua sonando, ella mira el celular con ganas de apagarlo, poco a poco, después de un buen rato coge el celular y se lo pone en su oído derecho-“Qué quiere, no yo no estoy en el pueblo, ya le dije que me fui, el niño está con la abuela…”-Ella se calma un poco y hace silencio, me imagino que él está hablando-“A mí me dijeron que usted estaba muy bravo y que me quería pegar, ¡No!, no quiero hablar con usted, cuando se calme, hablamos, pero es que usted me va a pegar, mire la otra vez”.
Al escuchar esto se me pasaron las palabras violencia familiar, maltrato familiar, machismo, y todos aquellos conceptos que pueden significar los golpes contra la mujer en este tiempo, tenía rabia, porque no sé cómo es posible, que hoy en pleno siglo XXI, podamos todavía hablar de estas barbaries y que una mujer le esté diciendo eso a su novio, marido, amante o como se le prefiera llamar. Mi destino se acercaba, y yo tuve que dejar a aquella mujer que no sabía cuál sería su paradero. Le pedí permiso, cogí mi bolso y en la universidad me bajé. Tenía mucha rabia, pero aun no sé con quién, tal vez conmigo porque no la ayudé, o con esa señora por ser tan boba y dejar que la traten de esa manera o con el pendejo que le pega y no la valora. En todo caso, ese día juré que por ninguna situación alguien me usaría de esa manera.
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