Bendicion del infierno

Natalia Morales

Y hasta la cuenta de cuántas horas llevo aquí en el mismo cuerpo y en el mismo lugar ya la perdí; de no ser así se haría más eterno el dolor que sobresale a cada segundo que transcurre, atravesando mi ser como si fuese un puñal de hielo que me congela por completo.

¡Pero no! Eso no es todo, hay algo que me causa aún mas dolor, una única parte que se escapa del puñal para hacerme sufrir: la memoria, aquélla que no se cansa de traerme miles de recuerdos y me mata lentamente en el altar que este infierno construyó para mi, en el mismo que permanezco inmóvil desde hace tal vez un minuto, un día o quizá mucho más tiempo.

Continúa cada segundo haciendo blanco en mi, a mis espaldas, mientras yo intento buscar mis manos con mis ojos, los cuales desean responder y por un momento me permiten observar que mis manos están ahí, pero necesito algo más que eso, necesito moverlas antes de sentir que sobro en este universo de mucho y de nada a la vez.

Quisiera dormir, no pensar, correr, soñar, llorar…pero mi cuerpo no responde, además nada de lo anterior me brindaría ayuda, por el contrario me haría aún más presa de éste horrible sentimiento y de pronto me pregunto cuántas personas estarán concibiendo lo que yo, cuánto tiempo más seguiré así.

Siento cómo mis órganos intentan hacer algo para liberarme de éste peso que me sume más y más en un mar de sueños y deseos imposibles, donde hay vida pero no se me permite vivir, entonces miro al horizonte y busco en él un refugio para mis escasas ideas e intentar matar los segundos que me quieren matar a mi.