
Cuando aquella me invade siento una emoción, una adrenalina inentendible y esas reacciones que resultan de temores excitantes que ocasionan el encanto. Y es tal que trasciende a atrayente; entre más lo busco, más se esconde y entre más se esconde, más cautiva. Por eso lo que me provoca son ganas de saber y buscar más, y sin embargo no querer descubrirlo todo porque siempre se deja una sobra para mañana, no se quiere entregar todo por un instante, ni por el momento, ni por el largo día. Lo que se ansía es guardar lo suficiente como para dejar la intriga y crear un gancho que ate.
Dicha sensación me recuerda una frase de Osho (un maestro espiritual hindú, que escribe sobre el amor y la meditación) que intentaré reproducírselas a mi modo: “El hombre se la pasa intensamente detrás de la mujer cuando está en su conquista, pero no la obtiene, mientras tanto ella se le acerca y aleja, pero no lo suficiente como para que él deje de conquistarla, sólo lo tienta y lo mantiene con ilusiones. E ahí lo seductor de la trama amorosa; y cuando por fin logra atraparla, entonces para el hombre deja de existir esa “cosa” que antes existía. Con ello me refiero a eso que ni siquiera puedo mencionar o aceptar que mantenga a mi corazón. Para ustedes además, es lo que inconcientemente viven al inicio de sus amores y quizá para muchos -como yo- lo que buscan.
Y ya para liquidarles, la defino como el sentir de “ver” y realmente, no ver por aquella ventana lo que anhelo poseer, pero que aún no puedo conseguir. Es cierta lejanía la que conspira para seguir existiendo siempre esa sensación que me da ánimos de luchar ¡y lo sé! Hasta que no encuentre el tesoro, no cesaré de buscarlo. Lo último que digo es que es más excitante la búsqueda.
Zalma Salcedo Martínez, Bajo Cauca.
Se puede apresiar el estilo que puedes estar adoctando para los escritos,eso es positivo.
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