Lo primero que descubro son sus ojos, tan limpios, tan cristalinos sin importar su fino color avellana; tan llenos de vida, inspiradores de ternura y esperanza. Sus refinadas pestañas limitan con las elegantes cejas que cubren las vistas, su estético perfil se denota en la nariz que muchos desearían, esa misma que conduce a unos suaves y carnosos labios que con pasión se encargan de decir cada una de sus dulces palabras y descubren esa encantadora sonrisa que por lo general dibuja en su rostro. Sus pequeñas orejas se ven muy bien con ese peinado que casi siempre luce, ese que hace parecer como si su cabello fuera una extensión del mismo mar con las olas en todo su esplendor, unas olas de chocolate con almendras.
Su elegante cuello me conduce al cuerpo canelo de contextura distinguida con un proporcionado grosor, los hombros que reflejan su seguridad y firmeza se mantienen siempre en alto cuidando en todo momento de aquella refinada postura. Su espalda, ancha y sin señal de joroba alguna alberga un misterio sin igual que llena de secretos su ser; el embrujo de su piel me asombra minuto a minuto cuando voy descubriendo que es tan exótico y sensual; sus brazos, tan vitales -tan fuertes y la vez tan débiles- alcanzan a entregar las sublimes caricias que son tan grandes y tan extensas que parecieran alcanzar todo el planeta; aquellas extremidades me llevan hasta las palmas de sus manos, en las que se puede detallar la nobleza de su tierno corazón, las marcas de un pasado lleno de buenas acciones que dejaron las huellas del goce y la satisfacción de una realidad vivida con los mejores propósitos. Las uñas son extensiones de sus dedos que le permiten ejecutar con la mayor destreza cada uno de los instrumentos que interpreta, pues la música es su gran pasión, al igual que la mía.
Sus piernas son tan firmes, lo suficiente como para sostener el armonioso conjunto que compone su cuerpo, las rodillas disimuladas entre tanto encanto conectan sus extremidades, hasta llegar a los pies que se encargan de llenar de gracia su caminar.
Su estatura, tan similar a la de mi anatomía, llena de goce y disfrute cada momento de su existencia, pues con este tamaño se le han presentado las cosas más grandes repletas de pequeños detalles y las cosas más diminutas con enormes sorpresas. Su dulce y tierna voz llenaría de sentido cualquier existencia pues basta con escucharla para echar las penas al olvido; cada una de sus acciones determinan su noble personalidad que vive con plenitud; la magia es el traje del que hace gala en todo momento; su sonrisa es el mejor regalo y su mirada marca fijamente su destino…
Oriente
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