Garavita

La miré y me sentí bastante asustado, estaba viendo pokémon y no pensé que eso iba a pasar. Se sentó a mi lado, yo estaba en el mueble y después de sentarse empezó a hablarme. Al principio fue normal para mí, ella me cuidaba mientras mi mamá trabajaba, ya llevaba vario tiempo trabajando para nosotros y hasta ese día todo había sido normal. No me miraba de la misma manera, era una mirada diferente, empecé a sentir algo raro en sus palabras, en lo que me decía, en sus gestos; no sé algo estaba mal. Cinco minutos después empezó a tocarme la pierna, la sobaba como si fuera alguien que me quisiera mucho y me estuviera consintiendo, pero no era así. Empecé a sentir miedo, miedo de ella, nunca había sido así conmigo. Miles de cosas pasaban por mi cabeza y cada vez más aumentaba el vacío que estaba sintiendo. Anhelaba que mi mamá llegara, la pedía a gritos, la necesitaba, esa joven ya no me hacía sentir seguro pero no era capaz de llorar porque estaba demasiado confundido. Ella me dijo, vamos pa’ la habitación y reaccioné de inmediato, me paré, me tomó la mano y aunque no quería irme del mueble no fui capaz de decir que no, estaba realmente asustado.Entramos en la habitación de ella, estaba oscura no porque estuviera de noche sino por las cortinas, habían dos camas y un nochero. No sabía por qué el peluche que me había traído el niño Dios estaba encima de una de las camas, ella lo agarró, me lo puso en la cara y me acostó lentamente en una de esas camas. Mis pies quedaron por fuera, el resto de mi cuerpo encima, conservaba en mi cara el peluche y me sentía más nervioso y confundido que nunca. Era algo tan extraño que no sabía qué hacer, tenía ganas de llorar pero no lloraba, estaba paralizado y lo único que hacía era esperar a que ella actuara. Empezó a sobarme la barriga, eso me preocupó pero no duró mucho, lo que hizo fue bajarme la sudadera, luego los calzoncillos y empezó a tocarme. En ese momento intenté quitarme el peluche de la cara pero ella me lo impidió, no me dejó hacerlo en otros intentos, dejé de insistir y continuó con lo que estaba haciendo con sus manos. Acariciaba, hablaba preguntando si me gustaba lo que hacía, yo me quedaba callado, seguía sobando toda la parte genital de mi cuerpo y lo siguió haciendo por unos cinco o diez minutos. Cuando terminó me subió la sudadera y ella misma me quitó el peluche de la cara, me paró de la cama, me dio un pico en la mejilla y me pidió con voz rara que no fuera a decirle nada a mi mamá ni a nadie porque se iban a sentir celosos, después me fui para la sala a seguir viendo las caricaturas y ella se fue para el patio de la casa a lavar. Toda la tarde había pensado en eso, no era capaz de olvidarlo y evitaba hablarle o pedirle algo a esa muchacha porque me producía miedo, yo me preguntaba por qué, qué había sido eso, y qué pasaría después. Cuatro horas más tarde llegó mi mamá, no esperé ni cinco minutos para correr hacia ella, llevarla a mi habitación y contarle absolutamente todo lo que había pasado, no sé por qué mientras le contaba no lloré porque siempre que algo malo me pasaba y le contaba a mi mamá me ponía a llorar, pero no esa vez. Mi mamá estaba muy sorprendida y asustada, ella al igual que yo no esperaba que algo así fuera a ocurrir, pero era cierto y no dudó de mis palabras ni un instante. Esa misma noche mi mamá habló con ella, le reclamó y la despidió pero no fue grosera, le permitió que pasara esa noche en la casa porque vivía en un municipio que quedaba muy lejos, aunque esa noche dormí con mi mamá. Al otro día, Sorani, como se llamaba, se fue de mi casa. Me la encontré dos años después pero no dejé que me viera y esa fue la última vez que la vi. Varias señoras del servicio vinieron después de ella pero ese hecho jamás volvió a suceder.