Nunca de mis ojos habían brotado tantas lágrimas y sentí un nudo en la garganta que no solamente me dejaba sin respiración sino que además de aquella impotencia no encontraba para esto alguna explicación, sudaban mis manos mi pulso estaba sin control solo temblaba mientras perdía el equilibrio de mi cuerpo entero. Mi mente estaba en blanco tan en blanco que después de un instante note como empezaba a llenarse de manchas no eran imágenes claras pero lo único que si era claro en ese momento eran mis fuertes ganas de romper algo con mis brazos, el deseo inefable de morder hasta partirme los dientes, de gritar hasta quedarme sin vos, todo era tan ajeno a mi voluntad que ni siquiera podía sujetar a mi cuerpo mi visión, mi vista estaba tan perdida, casi tanto como mi razón.
No había en ese instante en mí una gota de cordura, había perdido por completo el control, no solo era una sensación era el poder que ejercía sobre todo mi cuerpo esa desmedida y plena soberbia, toda aquella alegría que me caracterizaba estaba perdida y mi espontaneidad, mi sonrisa, la chispa que mantenía mi vida encendida se desvaneció tan lentamente al paso que con ella se llevaba toda mi ilusión, había visto por fin mi lado oscuro, ahora relucía a plena luz lo que algunos llaman mi cara mala, había reído tanto en un pasado que toda esa risa bulliciosa se había convertido en llanto, en un llanto tan desesperado que claramente podía percibirse, era más que un dolor una razón, era todo no había más de que dar explicación.
Creí que había transcurrido tanto tiempo en esa noche, una noche tan fría y tan desesperada que de estar bien y estar mal me estaba enloqueciendo sin tan siquiera poderlo notar, quería fumarme de una sola vez todos aquellos recuerdos que me estaban prendiendo fuego lento en todo el cuerpo me estaban consumiendo las cenizas y no quedaba rastro de lo que era antes, la arrogancia había ganado tanto de mi que solo deseaba refugiarme desnuda en un rincón donde no cargara todavía con esas culpas para no tener ni siquiera el aroma de todo aquel dolor de no poder morir no poder olvidar y no poder regresar sin tener que lastimar, quería perderme como un águila solitaria en medio de tanto humo que se desprendía de mis huesos, me estaba descomponiendo de la manera más rápida que podía imaginar había perdido el control de mis suspiros todos y cada uno de ellos se llevaban en sí mis últimos delirios todas aquellas motivaciones que algún día me impulsaron a vivir a sentir y a soñar sin cansancio se perdían en la penumbra de mi morada no solo había reaccionado de una forma irracional sino que de todos mis pensamientos no había diferencia alguna de cualquier animal.
Juliana Muñoz
Seccional Oriente
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Apórtele con su comentario a la formación profesional del autor en tono colaborativo, no de crítica moralista, censuradora o que descalifique su trabajo creativo.