Doña María Elena, una habitante común del municipio de La Ceja, es una de los tantos usuarios del transporte público que diariamente hacen uso de él para llegar a su lugar de trabajo o estudio. En la ruta La Ceja - Rionegro a eso de las 12:00 del medio día gran cantidad de personas se montan al bus con el fin de llegar a un lugar específico.
Lo primero que realiza doña María es pararse en un lugar por el cual sabe que transita el bus que todos los días utiliza como medio de transporte, después de un largo rato de espera el vehículo se aproxima y ella en una acción algo ridícula, pero que marca la operación del conductor, alza su mano e inmediatamente los frenos del automóvil salen e flote y su utilización se escucha hasta tres cuadras a la redonda del sitio en donde se encuentra doña María Elena.
Al detenerse el bus ella junto con otras tres personas suben a él y su gesto se ve marcado por el gran número de pasajeros que ya están en su interior, no hay ni un solo asiento disponible y el ayudante en su afán por llevar a todo el que lo necesite empuja fuertemente, con el fin de hacer espacio, a las personas que están de pie hasta la parte de atrás. Muy al fondo se ve a doña María que no sabe como sostenerse para no caer pues su estatura no es muy prolongada y sus manos no alcanzan los tubos barandales que llagan casi al techo del vehículo.
El bus sigue deteniéndose y cada vez menos espacio queda en su interior, el tiempo pasa ágilmente y el camino se hace lento para aquellas personas que tienen afán y que deben avanzar rápidamente para llegar al sitio deseado; el ayudante como un contorsionista de circo hace toda clase de movimientos con tal de cobrar el pasaje a todas las personas que viajan e su bus mientras que el chofer conduce, charla con la joven que se sentó a su lado y habla por celular.
Doña María Elena ha llegado al parecer a su sitio de trabajo luego de quince minutos de viaje y aproximadamente siete kilómetros de recorrido. El bus viaja ya a altas velocidades, por eso ella empieza a caminar desde la parte de atrás, con unos minutos de anticipación, el vehículo con el fin de llegar a la puerta, sin embargo, su recorrido no alcanza y el bus pasa derecho por el lugar en donde ella se tiene que bajar, intenta tocar el timbre, pero al hacerlo se da cuenta que este se encuentra dañado y que como en muchos otros vehículos de transporte publico solo sirve como adorno.
En su desespero, lanza un grito que todos escuchamos indicándole al conductor que se debe detener, “AQUÍ POR FAVOR” suena con una voz femenina que aunque no muy gruesa si salió con mucha fuerza, tanta que la persona que se encontraba parada junto a ella exclamo dolor en su oído al momento de escuchar tan tremendo alarido.
El vehículo se detiene y ella termina de transitar por en medio de todas las personas que se encuentran de pie, luego de esa odisea llega a la puerta, el ayudante se baja y le extiende su mano para ayudarla a descender, ella en un gesto de gratitud se despide del conductor y este hace lo mismo en señal de buen servicio, baja y realiza el mismo procedimiento con el ayudante quien también le corresponde. El bus arranca y ella queda ahí parada esperando que la calle se desocupe para poder cruzar, mientras tanto observa a todas las personas que permanecen en el bus y se da cuenta, que lo que para ella fue una odisea, para el resto de los pasajeros solo fue una persona más que se bajó.
César Valencia Valencia
Seccional Oriente
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