Era inevitable sentirlo otra vez, el corazón brincando en el pecho a punto de salirse de él, ese hueco gigante en el estómago dejando ver el alma y esa desesperación tan infinita y eterna, recordándome que sigo viviendo esta vida de caos y miseria. Escucho suavemente el tic-tac del reloj, mientras mi cabeza da vueltas y mi imaginación vuela hasta allá, muy lejos de acá y tan cerca de vos como de mis sueños, sigo esperando que el maldito teléfono suene, y que con su melodía traiga tu voz suave y deseada por mí.
Suena el teléfono, y mi alma se ilusiona y anhela escuchar tu voz detrás de este artefacto electrónico, pero es engañada por la incertidumbre de una voz que no conoce y que desmorona poco a poco mis sueños.
En tanto, el tic-tac sigue sonando, y si antes era suave, ahora se va haciendo más y más fuerte, mis oídos no pueden soportarlo, es que me recuerda en cada segundo que el tiempo pasa tan rápido, que ese instante derrochado me hace perderte cada vez más, que te vas alejando con la nada y que este camino se convierte en abismo al cual creo que caeré.
Ese maldito tic-tac que ahora me hace perder la cordura, que me enloquece en cada corto y agudo sonido y que hace que mis neuronas se retuerzan en el cerebro sin poder cumplir las funciones que mi cuerpo le encomienda, el tiempo y el tic-tac del reloj que me recuerda que este existe y que se agota muy rápido, el mismo que me ha robado la vida y que lo sigue haciendo, el que se confabulo con no sé quien para hacer que te perdiera, por me ha robado los sueños junto a ti, mis propios sueños, mis deseos y hasta mi identidad, me ha hecho olvidarme de quien soy, porque ya parezco una esclava suya.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Apórtele con su comentario a la formación profesional del autor en tono colaborativo, no de crítica moralista, censuradora o que descalifique su trabajo creativo.