La guerra y otras cosas de niños

Oigo un ruido.
¿Qué será?
Un avión, !un avión!.
Me traen tantos recuerdos los aviones, a veces cuando escucho alguno, siento como un escalofrió recorre mi cuerpo, mi mente se pierde en la nada, mis oídos se abren a la imaginación y escucho un estallido, un tiro, un grito, una noticia, empiezo a ver mi niñez y mi mente que antes estaba perdida dibuja lo que fue mí vida, escucho el estallido de una bomba y otra más escucho también las tejas de zinc vibrar, y veo como de las paredes de bareque de aquella casita en la que pase la mayor parte de mis días hasta hoy cae polvo, veo como vibra, como se mueve al ritmo de la guerra, el que un día manchó de rojo esas hermosas y empinadas montañas de mi bella Antioquia en las que por cosas de la vida me di el lujo de crecer, esas montañas en las que conocí una noche cualquiera de un año que prefiero no mencionar por temor a equivocarme, el verdadero sentido de las palabras amor y miedo, ambas unidas por un vinculo quelas unía tanto como las separaba.

Hasta esa noche los taques de la guerrilla no significaban para mi más que titulares en los noticieros y primeras planas en los diarios, hasta esa noche los helicópteros y aviones que bombardeaban todo el tiempo, no eran más que pequeñas manchas allá donde terminaba el horizonte, y sus disparos no eran mas que pequeños ecos que casi se destruían antes de llegar a mis oídos, y que aun así me causaban miedo.

Como a las doce de la noche fue el primer disparo, fue el primer estallido, como a las doce de la noche comenzó mi miedo, el sueño que hasta entonces parecía tan profundo se rompió de un solo golpe, como si me hubiesen tomado del pelo y tirado contra muro de agua, ya no había sueño ni ganas de cerrar los ojos, no era yo el único en ese estado, cuando las ráfagas se liberaron mi papá se levanto a encender la luz del patio, mi mamá se acerco a la cama en la que dormíamos mi hermano y yo, que si teníamos miedo nos pregunto, yo dije que yo si, y me envolví en mi cobija tres tigres buscando tal vez en ella algo que me quitara la vibración que comenzaba a subir por mi rodilla y que se apoderaría de mi cuerpo, -Ubeimar esta temblando- dijo mi hermano,
- si quieren se pasan a la cama de nosotros- dijo mi mamá, y yo sin esperar siquiera que terminara, ya estaba de píe con mi cobija envuelta en mi cuerpo y recordando los titulares de el noticiero de esta noche, ya sabia que vería en el de mañana.

Y saber que la noche estaba tranquila como todas las demás, y que hasta ahora lo que más me había asustado en una noche como esta, eran los monos que a lo lejos gritaban, y que esta tarde habían hecho una presentación fenomenal, esta parecia estar hecha para dormir, y que Tarzan, Corozo y Lazo los perros de la casa no habían encontrado ni gurre, ni chucha, ni ratón que les sirviera de excusa para ladrar por lo que habían estado mas callados de lo que acostumbraban, y que el gigante árbol de pizquin que había frente a la casa permanecía como siempre con su figura imponente, y como siempre en una constante lucha con el viento, y que unas doscientas mariposas y otros tantos cucarrones descansaban en el muro al lado del bombillo del corredor, y saber que la noche estaba nublada pero no lluviosa, yo tenia miedo a la neblina, porque desde hacia un buen tiempo mis hermanos me habían enseñado a hacerlo, -cuidado con la mierdolina-me decian, y yo aprendi a hacerlo, así que esa noche con tanta “mierdolina” suelta no era una buena noche para juegos, una voz me decía al oído, la noche esta tranquila niño vete a dormir, y yo me dedique simplemente a obedecer, ¿quien diría queuna sorpresa como esta me habria de llegar en una noche cmo esta?.

Mientras pase de mi cama a la de mis papas pude ver unos cuantos estallidos que iluminaban el cielo, pude ver las mariposas y los cucarrones en el corredor, -pobres, no saben el peligro que corren me dije-, pude ver también un cielo diseminado, marco perfecto para lo que se venia, y lo que se venia era grande, pues se empezó a escuchar como llegando de la nada, el roncar de un helicóptero, jamás lo había escuchado tan imponente, y jamás tan temerario, se fue viniendo lentamente, -No va a pasar nada- me decía mi mamá yo no se si le creía, porque le preste más atención a la bestia que se había posado sobre el pizquin que había frente a nuestra casa, no se si era mi impresión pero se sentían las ramas de aquel gigante ceder ante la presión que ejercían las hélices sobre él.

Daba una vuelta y regresaba, otra más y nada, en la tercera tiro diez véngalas que iluminaron el cielo, yo me quede esperando las explosión y nada, cuarta vuelta, nada, en el pueblo se escuchaba como una banda de guerra cuando unos disparaban y los otros respondían, silencio, bomba, tiro ráfaga, helicóptero, silencio, ráfaga, ráfaga, tiro, tiro, bomba, casi podía anotarse en un pentagrama, pero todo se perdió cuando el gigante que roncaba en el cielo decidió romper su silencio y apoderarse del escenario, fue una ráfaga que mi hizo sentir de todo, quería llorar pero no podía, no era capaz, sentí frio, miedo, empecé a temblar, trate de rezar el padrenuestro pero con cada movimiento de mi mandíbula terminaba mordiéndome la lengua, y fueron más y el miedo cada vez peor, mi mamá me untaba alcohol por todo el cuerpo y yo no reaccionaba, mi mamá me abrasaba y yo no sentía nada, me decía que me calmara, y yo no escuchaba, entonces llego un avión, llego otro helicóptero, yo escuchaba sombras en el patio, yo veía gritos en el pueblo, pensaba en mi profesora, yo tocaba el miedo de la gente, esa noche yo era el miedo y creo que más que a las ráfagas a lo que mi mamá le tenia miedo era a lo que las ráfagas estaban haciendo en mí, yo era el miedo de ella, y mi miedo era ver como mi juego favorito venia a quitarme el sueño, ya no quiero ser un pistolero, pero fue mi sueño, o mejor fue lo que me quito el sueño y esa noche si que me lo quitó.

Trabajo a partir de un sonido
Manuel Ubeimar López Castaño
Seccional Oriente