Colombia se ha caracterizado por ser un país machista, violento y “tercermundista”, y es que el decir este término da una categoría de miseria y de mucha pobreza para sus habitantes, además de ser dependiente de las potencias para poder subsistir. Te amo, Ana Elisa, es una película colombiana que muestra estos problemas sociales del país, pero lo hace de un manera extrema. Sus directores Antonio Dorado y Robinson Díaz, han plasmado de algún modo, la realidad vivida por los personajes que residen en sectores populares de las grandes ciudades como son Bogotá, Medellín y Cali; combinando esto con una historia de amor que se hace poco creíble, tanto por la manera en que se desenvuelve, como por sus personajes.
El machismo, principalmente se ve reflejado al comienzo de la película cuando Calvo, que es el jefe de una banda de ladrones de un sector popular y el cual es novio de Ana Elisa, protagonista de la historia le dice “¿vos no entendes que yo te lo voy a dar todo en la vida? Qué te vas a dedicar a esto de la medicina. Vos no servís pa’ ni mierda Ana, entendelo. Ni pa’ sacarle una cría a esta boba”. El machismo, a pesar de todo lo que se ha luchado para aniquilarlo, aun sigue vigente en la sociedad colombiana y por mi experiencia sé, que en las partes en donde está más arraigada es en las costas, tanto en la pacifica como en la atlántica.
Y lo más triste de todo es que nosotras, las mujeres, gracias a la cultura y a la educación dada, inconscientemente lo aprobamos y promovemos y esto también se muestra en el largometraje, donde aquella “tía” le replica a Ana Elisa, cuando Don Braulio la iba a violar y ella no se dejó, Ana Elisa dice, “ese tipo me cogió a golpes y me iba a violar, ¿qué querías que hiciera?” y es en la respuesta de la tía Estela que irónicamente le responde “pues ser amable, mamita, o es ¿qué nunca fue al colegio?”, dando a entender la veracidad de un dicho popular colombiano “el hombre propone y la mujer dispone”, quitándole a la mujer toda su autonomía.
La prostitución y sobre todo la trata de mujeres para trabajos sexuales es un trabajo clandestino que se hace en Colombia, pero la mayoría de estas personas son trasladadas y forzadas a trabajar en países extranjeros. Sin embargo, también se observa esta problemática dentro del país, transportando a personas de una ciudad a otra para colocarlas a laborar en trabajos sexuales o en la mendicidad. El señor Luis Camilo Osorio Isaza, Fiscal General de la Nación en el año 2003, dijo “Este flagelo (la trata de personas) también se da al interior del país, donde las víctimas son trasladadas a otras regiones, obligadas a ejercer la prostitución y, en algunos casos, vendidas a dueños de casa de lenocinio y otros establecimientos similares, pasando a ser propiedad exclusiva de quienes las adquieren” . Se hace interesante, pues, ver la manera como nos presentan a la prostitución y la trata de personas en Te Amo, Ana Elisa, ya que aquí no hubo un engaño para trasladar a su protagonista, aunque si podemos ver como Estela, logra crear una deuda extrema para que Elisa tenga que pagarle en su “negocio”. “Me paga toda la plata que mandé para el entierro de su hermano… Y me paga todos estos daños, gran pendeja….Y me paga hoy mismo… Le doy dos opciones para que me pague… A ver, decida, pelea o putea”. Aquí Ana, tiene que decidir entre pelear y posiblemente perder su vida en el intento, o vender su cuerpo, entregándoselo a hombres viejos y morbosos.
Hay una escena en la película donde es extremista y es donde se muestra un show de dos mujeres peleando, en donde una le “arranca”, literalmente la oreja a la otra y donde no se ve ninguna intervención de ayuda por parte de las otras personas. En Colombia, no se ha reportado, o al menos no he tenido conocimiento de algún show de estos o de personas que hayan participado en estas peleas tan sanguinarias, por este motivo no estoy de acuerdo, con la postura planteada por los directores en esta parte.
Colombia es un país fiel a las costumbres impuestas por sus colonizadores, y como tal es un país de religión católica, donde ésta todavía tiene un gran control e influencia dentro de su población y todavía más en las clases bajas. Dicha religión o iglesia católica ha sido criticada en más de una ocasión por el mal actuar de sus máximos representantes, es decir, los curas o padres, porque se roban la plata que sus seguidores han dado confiando en que se utilizaran en causas benéficas para la comunidad, además, de los rumores que se corren frente a supuestas violaciones a niños y niñas. Ana Elisa, se enfrenta a una de estas situaciones, donde no solo vive el irrespeto y el engaño de un “pastor”, sino también de su mismo tío Gilberto; este descaradamente le dice cuando Ana le solicita ayuda, “Esta es la casa del señor, aquí damos albergue a todas sus ovejas; pero si el señor nos da, que bueno devolver, hablo de entrega, de sacrificio; de entrega de $50.000 diarios por persona…”, fuera de todo esto, el “cura” continua, “me gustaría que arregláramos lo del tributo del señor, por el alojamiento semanal”. No sé hasta qué punto puede llegar esto en Colombia, pero si he escuchado de varias historias como ésta, donde alguna vez mi padre me contó cómo fue testigo cuando el acolito y el cura se robaban el dinero que habían recogido en la misa.
Lo que si me parece poco creíble es el extraño amor que se desarrolla entre Ana Elisa y un sicario Julián y que después de estar sumergidos entre la droga, el sicariato, la prostitución y todo un mundo de muerte puedan salir adelante, no teniendo, por lo visto muchas heridas físicas o sicológicas.
BIBLIOGRAFÍA
MARCELA TOBÓN
SECCIONAL ORIENTE
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