Sonora diversidad

Beep, beep, beep, suena algo cerca a mí; beep, beep y no deja de sonar; beep, es ese beep que trae a mí los más gratos recuerdos de emociones vividas y de experiencias realizadas… sonrío con cierta picardía. Aquel palpitar electrónico no deja de sonar y sólo yo puedo interpretar ese mágico sonido, a excepción de “la gene” que poco a poco se acerca a mí con la misma malicia que reflejo en mis ojos, pero en los suyos.

Sonreímos y asentamos con la cabeza a manera de saludo, las únicas palabras que intercambiamos en un acto de espontaneidad y casi al unísono son “¡tres ocho, tres ocho…!” continuamos con nuestras pícaras sonrisas, pero esta vez son inocultables, más que evidentes. Miro a mi alrededor y me percato de una peculiar presencia alrededor de nosotros, un par de personajes algo más llamativos que los demás, un poco más joviales, por decirlo de alguna manera; de inmediato vuelvo la vista hacia mi compañera y me doy por enterado que ella ya había notado la presencia aquella, incluso antes que yo; nuestra reacción ante esta divertida situación, que sólo nosotros comprendemos, es una fuerte carcajada que desestabiliza la armonía del ambiente sonoro: esos murmullos, esos autos, ese sonido de la fuente del parque y ese incesante beep que cada vez más nos evidencia en una realidad tan embarazosa como interesante.

No se nos ocurre otra cosa que reír y seguir riendo.

- …Ya lo decía yo- me dirijo a ella- estas “charras” otra vez…
- ¿sin piriji…? – interroga abiertamente mi compañera utilizando un lenguaje que ingeniamos para no ser demasiado imprudentes- ¿…quil is li mijir? – concluyo y seguimos con nuestro ataque de risa y de espontaneidad.

Beep, beep, continua aquel beep; ese beep que torna un ambiente normal en algo no tan normal, o más bien, algo no tan bien visto por una sociedad que demanda la perfección…

- ¡¡BOOM!! -exclama alarmada- ¡¡Se va a explotar!!
- ¡¡Al suelo, al suelo!!- complemento su alocución
- Pues era de esperarse- comenta ella sarcásticamente- no ve que este pueblo está podrido- agregó.
- “Nirmil…”- digo bajando un poco los ánimos de las circunstancias
- “open mind”- afirma ella- y continuamos con nuestra conversación y nuestro camino.

Es entonces cuando reviso mi teléfono celular que sonaba sin parar, pues los mensajes de texto que acaban de llegar lograron crear un asunto bastante emocionante, por su gran sincronía en el tiempo y nuestro impecable manejo de la situación…

- Jajaja…!! – continuamos- jajaja…!!

Fernando López

Oriente