Perro come perro vuelve sobre uno de los temas favoritos del cine colombiano pero lo hace de una forma que no produce el cansancio de tantas otras películas, el narcotráfico, la traición, la ambición, la crueldad, la brujería y el amor a la familia se funde en una historia que tiene como mayor virtud su verosimilitud, logrado gracias a un guion preciso y sin elementos gratuitos, unas correctas actuaciones y una fotografía que hostiliza al espectador.
El perro grande come al perro pequeño, las cosas son así y así están contadas, por el camino se describen personajes profundos, con motivaciones, con personalidad propia, se nos lleva a una Colombia de droga y los crímenes son el día a día, la fotografía es sucia y oscura, las interpretaciones asombrosas todas ellas, si bien el “malo” es demasiado histriónico y gesticula en exceso que todo esta perfectamente cuidado.
En esta cruda pero a la vez divertida película colombiana sobre narcotraficantes, se encuentran los momentos de violencia y en los ritos de brujería, de los que es devoto el mafioso de la historia, Marlon Moreno, un hombre convencido de su papel sobre todo cuando su conciencia esta atormentada por no saber si entregarle el dinero a su jefe o por no saber si llevárselo con su esposa y su hija a Estados Unidos, en conclusión es una cinta que no está mal dirigida pero muestra igual que otras películas fases oscuras de Colombia.
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