Son las 6:30 PM, ella oprime automáticamente el botón del ascensor, después de subir algunos pisos éste se detiene y nos dirigimos hacia las puertas del cielo; tras un sonido chillón éstas se abren. Doy pasos largos tratando de llegar rápido, con curiosidad de observar, ansiosa por saber que me voy a encontrar y… ¡allí están! ¡Angelitos terrenales! grandes, pequeños, gorditos, cascarrabias, dormilones; unos lloran mientras otros balbucean o duermen placidamente.
¿Visitar el entorno de Paula? ¿Pero cual de todos? ¿Por donde empiezo?; esos fueron los principales interrogantes cuando el profesor propuso este ejercicio y después de analizarlo concluí que no sería justo sólo visitar su hogar ya que en su trabajo también pasa la mayor parte del tiempo.
En la UCIN (Unidad de Cuidados Intensivos Neonatal) están todos lo angelitos que por cosas del destino llegaron a este mundo antes de tiempo y que necesitan de ayuda médica para preservar sus vidas. Es un lugar grande, acogedor y extremadamente aseado; observo todo con mucho cuidado mientras Paula se prepara para iniciar su turno a las 7:00 PM. Allí se respira un ambiente tranquilo y agradable, te llenas de ternura y de compasión al ver a estos pequeñitos tan frágiles e inocentes de todo, sufrir por alguna enfermedad.
El lugar tiene una hermosa decoración en tonos pasteles y puedes ver personajes de dibujos animados caminando por todas las paredes; además hay un mural donde se conservan fotografías de aquellos angelitos que superaron esta difícil etapa y de otros que desafortunadamente no lo lograron. Paula allí comparte con sus compañeros de trabajo y familiares de sus “pacientitos” la alegría de que éstos vuelvan a sus casas y la tristeza de que un angelito regrese al cielo. Debo irme, pues ella debe empezar con su trabajo; acordamos la hora para vernos al día siguiente en su casa y continuar observando su “entorno”.
Son las 11:30 AM y camino por la larga y tranquila calle que me conduce a su casa; al llegar el rostro amable de su mamá doña Victoria me da la bienvenida, es un lugar muy acogedor apenas entras se siente el “calor de hogar”. Paula vive con sus padres y su hermano menor pero en esta ocasión sólo está su mamá, me enseña toda su casa pero conservo un interés especial por su habitación, al entrar allí observo que cada detalle de este sitio contiene un pedacito de su personalidad, de lo que conozco de ella “cuando no estoy trabajando ni estudiando me gusta pintar y dibujar, dibujo hadas y flores usando muchos colores vivos también tejo, hago cositas en crochet y malla” observo su guitarra mientras ella continúa “escribo poemas y bobaditas, pero sobre todo me encanta salir a caminar por montañas y bosquecitos”.
Me cuenta que casi no se relaciona con sus vecinos y que el poco tiempo que pasa en su hogar trata de relajarse a pesar de los ruidos y molestias que en ocasiones le causa su hermano; luego de disfrutar un rico almuerzo salimos de su casa rumbo a la universidad caminando lentamente por la misma larga y tranquila calle “yo siempre me vengo por acá, la calle de arriba no me gusta, ese gentío me estresa” mientras ella termina de hablar yo trato de imaginar sus días, sus experiencias, sus largas caminatas disfrutando de la naturaleza, sus escritos y sus pinturas; imagínese usted ¿cómo sería viviendo entre pañales y dibujos?
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