Una pérdida difícil de sobrellevar, aceptar que esa persona que tanto quieres no regresará, lidiar con el vació que deja en el espacio y en tu alma… la muerte de un ser querido.
La muerte, aunque le temo descomunalmente me atrevo a decir que es similar al amor; como dice aquella canción no tiene sexo, ni raza, ni color y lo peor de todo es que llega sin aviso; es como la lluvia que cae sobre ancianos y niños, buenos y malos, ricos y pobres a todos por igual.
Imagínese perder a alguien a quien ama profundamente, así sea muy difícil para usted ultimar los detalles de su sepelio, trata de que éste sea digno. Pero qué pasa cuando aparte de cargar con el dolor de la pérdida debe preocuparse por buscar el dinero para pagar el ataúd, el cortejo fúnebre y el lote en el cementerio; yo creo que el sólo hecho de pensar de que la familia va quedar con semejante problema no dejaría morir a nadie “tranquilo”.
Hay un lugar que no discrimina a sus visitantes, todos son recibidos sin reproches y tratados de la misma forma (me atrevo a asegurar que éste es el único sitio de la tierra donde todos somos iguales) la morgue. Muchos de sus agasajados están de paso pero otros y no son pocos, debido a la pésima situación económica de su familia deben quedarse allí empeñados esperando a que se les dé cristiana sepultura.
Es triste ver como en clínicas, hospitales y morgues, familias desesperadas dejan literalmente abandonados a sus hijos, tíos, hermanos, nietos, abuelos, esposos ya que no tienen dinero para llevarlos a descansar en paz.
Este fue el caso de un angelito que por circunstancias de la vida llego a cierta Institución de salud con un diagnostico nada alentador, su familia era de Apartadó obviamente de muy bajos recursos económicos, su mami tenía problemas mentales y su tía solo lo había visto una vez; después de mes y medio el bebé murió, en un intento desesperado por llevarse su pequeño y enterrarlo cerca a casa vendieron algunas de sus pertenencias incluso pidieron limosna pero el dinero no fue suficiente, el pequeño cuerpo permanecía en la cava de aquella institución mientras buscaban ayuda de la Defensoría del Pueblo, la Alcaldía y muchas otras entidades que les cerraron las puertas; luego de ocho días de haber fallecido sin tener más solución, la familia autorizó a la Institución donde este yacía para que fuera enterrado lejos de los que lo lloraban.
La diferencia de clases sociales es tan abismal que mientras unos hacen hasta lo imposible por enterrar a sus seres queridos, otros malgastan el dinero en sus cortejos fúnebres llegando a extremos que pueden considerarse extravagantes.
Es cierto que el dolor es igual y la pérdida afecta a la familia y amigos, pero esta se hace más llevadera si no se tiene una preocupación más, una preocupación que es muy difícil de conseguir.
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