Centros comerciales, restaurantes, discotecas y muchos otros espacios han sido destinados en La Ceja para que esta crezca económicamente y su nivel comercial y turístico sea más alto. Reasignación de lugares y la abolición de otros que no aportan a la comunidad cejeña son las formas como ésta crece y ve crecer a su municipio; adoptando, por el estado de sus vías, las nuevas infraestructuras y los proyectos que se vienen adelantando, un sentido social y una forma diferente de ver y querer su municipio.
En medio de una fuerte lluvia y la oscuridad de la noche me encuentro con el Alcalde de nuestro municipio Rubén Darío Bedoya en un lugar que frecuentemente visito, me saluda muy cordialmente y junto a él dos jóvenes que al parecer son de mal carácter, son sus escoltas quienes lo acompañan en su recorrido por las calles del municipio. Se sienta a mi lado y empieza a platicar con sus escoltas sobre cosa que no logro entender, probablemente de anécdotas del día que pasó. Una amiga, quien junto con migo frecuenta el lugar noche tras noche, entra y en medio del saludo se sienta en nuestra mesa, saluda muy cordialmente a los presentes, quienes inmediatamente respondemos a ello.
Empezamos a platicar y en su discurso noto que es una persona común y corriente, pues habla como cualquier persona que no se desempeñe en un cargo público. A nuestra amiga le sirven un café con un aroma exquisito, a nosotros dos nos sirven un tinto que generalmente acostumbramos tomar, mientras tanto entra un alcohólico característico del municipio, por lo cual el alcalde se esconde tras una revista que encuentra a la mano diciendo: “que no me vea porque me canta el sermón” mientras nosotros reímos por sus graciosos movimientos.
Mientras la mujer que nos acompaña toma su primer sorbo de café, el alcalde sigue fascinado el olor que produce esta tasa, no se aguanta la curiosidad y pide a nuestra amiga que le dé a probar un poquito de ese buen café y al hacerlo queda convencido que su elección para la noche no era el tinto que acostumbra sino que prefería el café que “la mona” como generalmente la llaman tomaba.
Pide a la camarera que le sirva un café igual al de la compañera y mientras esto ocurre se percata que aquel hombre alcoholizado que entró en el recinto no se entere de su presencia. Temas como la lluvia, el trabajo, los viajes, las rumbas y las mujeres son tratados en las conversaciones que se van desenvolviendo a lo largo de la noche y mientras traen el café todos nos reímos por las graciosas acciones que realiza el borracho; traen el pocillo con su bebida y al dar el primer sorbo reclama a la camarera porque según él no tiene el mismo sabor del que antes había probado, ella extrañada no encuentra la razón pues la receta y la preparación fueron las mismas, al analizar la situación me percato de que mi amiga deposito tres sobres de azúcar en su bebida mientras que él solo se basto uno, al ponerlos al tanto de mi percepción, él se ríe porque ella es muy “Dulce” mientras ella se ríe por ser muy “amargo”.
Mientras tanto a aquella persona que entro ebria la sacan por la puerta de atrás pues estaba generando mal ambiente entre los demás asistentes al lugar, hecho que deja tranquilo al alcalde porque según él ese espacio de la noche es su único momento de descanso en el día.
Son las 8:00 pm y el alcalde se despide de nosotros reiterándonos la invitación que cada ocho días nos hace de realizar un asado en su finca de llano grande, nosotros como siempre le decimos que lo pensaremos, pero nunca le damos respuesta alguna. Paga la cuenta y se marcha en su elegante camioneta conducida por sus escoltas mientras yo me quedo junto a mi amiga disfrutando de un buen café en una noche de lluvia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Apórtele con su comentario a la formación profesional del autor en tono colaborativo, no de crítica moralista, censuradora o que descalifique su trabajo creativo.