Lentamente me fui yendo, mirando el paisaje a mí alrededor, recibiendo ese aire delicioso que me rosaba la piel, ese aire que despedían los arboles al mover sus ramas y que me proporcionaba oxigeno para evitar cansarme menos, pues pedaleando, pedaleando llegue al lugar al que necesitaba llegar.
Me baje de la bicicleta, di unos cuantos pasos, sosteniéndola con mis manos, cuando escucho decir a alguien ¡mijo llego su compañera!, una tía que le anunciaba a John que yo había llegado, luego de llamarlo me pregunto: ¿usted se viene desde Rionegro en bicicleta o vive cerca?, viendo la cara de asombro de doña amparo me dio un poco de risa y le dije: ¡ No, yo cada rato voy a la ceja en bicicleta y me regreso!, y dice ella, ¡ Hay tan barraquita!, la verdad la llegada fue placentera, porque la señora tía de John, fue muy amable conmigo, conversamos un largo rato mientras John terminaba de bañarse, me ofreció algo de tomar y me dijo que cuadrara la bicicleta en la acera que ahí no le pasaba nada, pues yo me dispuse a dejarla donde ella me indico y a esperar que saliera de nuevo de la casa.
Cuando sale me entrega un vaso de jugo y unas galletas, al mismo tiempo en que me pregunta: ¿cómo se llama usted?, yo le dije ¡Jennifer! Y muy conversadora ella me respondió ¡Ha…!usted ha llamado aquí, no cierto!, ¡si señora! dije yo.
Muy cordial doña Graciela me invito a entrar a la casa, me dijo que me sentara, que John no demoraba y que me acomodara y terminara el jugo con las galletas, mientras lo hacía vi televisión, continúe sentada y, ¡ claro..! Aproveche para descansar del recorrido en bicicleta, ¡hola! Escuche que me dijo John, ¡qué pena la demora anoto! ¡Tranquilo! Dije.
Después comenzó a mostrarme la casa, que por cierto es muy grande, también caminamos hacia el solar, y…. no falto que me montara en un árbol y cogiera una guayaba, luego nos fuimos para el frente de la casa, conversamos un rato sobre los trabajos que teníamos por hacer ¡hay! Los trabajos…., y pasado un rato me dispuse a regresar.
Solo me fui pensando en la tranquilidad que se respira en ese lugar y en lo amable que son las personas por esa zona ¡qué bueno vivir por acá! Me dije, es todo esto lo que vi en la casa John, hasta el lugar que es el Canadá.
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