Su mirada me dice lo que siente, lo que piensa, lo que desea, unos ojos picaros y maliciosos que hablan por sí solos, ojos que en ocasiones extraño y anhelo ver así sea sólo un instante.
En una tarde como tantas otras, siento como el sol abrumador quema mi espalda, estoy estresado quiero que el día termine para poder ir a dormir; todos me hablan dicen cosas, pero no quiero escucharlos, cuento las horas, los minutos, ¿por qué no se terminará este día? Pienso minuto a minuto.
Escucho un susurro, una voz algo molesta y chillona, me pregunta que si me pasa algo. Estoy aburrido, no quiero contestarle. Le respondo que nada; pero no es verdad. Ella me conoce como nadie, sabe que algo me pasa.
-¿Leo que te pasa? Me pregunta,
- nada Bibi, sólo estoy cansado. Le contesto.
Me mira y se le dibuja una sonrisa algo nerviosa en su rostro, se queda callada, sin saber que decir u opinar, pero igual se imagina mi respuesta. Ella conoce mis sueños, mis anhelos, mis secretos más profundos. Se sonroja, su piel blanca como la nieve cambia de tono, sus labios rojos y carnosos se humedecen. Sigue callada por unos segundos.
-Leo, ¿te hizo algo? dice ella, mientras se hace una cola de caballo en su largo cabello rubio.
Se ve la preocupación en su rostro, se queda seria como en pocas ocasiones he podido verla.
Me cambia de tema, me habla de todo lo que se le viene a la cabeza para intentar subirme el ánimo, sin lograrlo. Alguien cuenta un chiste; ella se ríe, como suele hacerlo, acostumbrada a reírse de lo bueno, de lo malo y de lo feo, los minutos pasan, ambos estamos callados, no sabemos de qué hablar.
-Leo -Me dice – ¿no me vas a contar lo que te pasa?
Su mirada cambia, se pone triste. Es tan sensible, tan inocente al hablar, me parece estar escuchando una niña de ocho años. Segundo a segundo siento deseos de hablar, las palabras salen de mi boca, fluyen como el agua, le relato mis problemas, mis pensamientos. Al terminar con mi narración me relajo, todo es más tranquilo.
Mientras me da uno de sus sabios consejos, me abraza, me sonríe y me da un beso.
LEONARDO SERNA
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